EL CORAZÓN SECUESTRADO
todo! Y me puse a escuchar, pues él
estaba hablando...
Mientras su mano iba a buscar
una fruta del frutero, para ponerla
en el plato de Cordelia, decía: «La
unión de los espíritus produce la
simpatía, y de esta simpatía nace el
verdadero amor, ante el cual el otro
no es más que un instrumenton ciego
de la ciega naturaleza a los fines de
reproducción.» ¡Esta frase la recor-
daré toda mi vida! «El lazo que nos
une, Cordelia mía( también le de-
cía «Cordelia mía», y aquella frase
me traspasó el corazón instantánea-
mente, como si fuese una espada),
el lazo que nos une no conoce obstá-
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