GASTÓN LEROUX
toda tu sensibilidad; pero ¡quién
sabe! es un milagro que quizá pron-
to pueda realizar la ciencia psíquica,
que aun se encuentra en su alborear...
Mira lo que ya se hace, instintiva-
mente, con las mesas giratorias. El
día en que los imbéciles (me refiero
a los sabios oficiales) no se rían de
esos fenómenos, no se estará lejos de
encontrar el método que permitirá
seguramente al espíritu invisible le-
vantar la materia visible. Aquel día
se sabrá lo que no sabía Newton, o
sea que la gravedad es una propie-
dad variable de las cosas... A pro-
pósito, mi querida Cordelia (¡Ah!
lo que sufría al oirle decir: «¡Mi
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