( a llegué a Vascoeuil, me
esperaba una carta. Procedía
de París, y no conocí la letra del
sobre. Al abrirlo encontré unas
líneas de mi tío, que me escribía
precipitadamente desde el Tirol.
¡El Tirol! ¡No se va para nego-
cios al Tirol!
¿Qué razón había para que se
pasease por el Tirol con Cordelia,
mientras yo les esperaba en aquella
SI