Full text: El crimen de Buif

EL CRIMEN DE BUIF LEJ 
—Permitanme, caballeros. Todavía no les he 
presentado a ustedes, y aunque sólo sea por esto, 
mi intervención está justificada... y hasta es nece- 
saria. 
Y designando al magistrado: 
—El señor Procurador de la República, q:'”, con 
motivo del crimen de Maisons-Laffitte, realizó un 
trabajo magistral. 
—El señor Simons, la víctima del crimen de Mai- 
sons-Laítitte... El señor Simons, cuyo cacáver fué 
identificado gracias a la inteligente investigación 
del doctor Boudon... El señor Simons, mozo de 
cuadra al servicio del entrenador Hexam €, interi- 
namente, noble inglés, para mayor honor de estas 
damas. 
Todas ellas se miraron desconcertadas. El ma- 
gistrado se preguntaba si no era víctima de una 
broma y sino iba a terminar todo con una nueva 
lluvia de huevos duros sobre su cráneo y patadas 
en su trasero. 
Pero la actitud del pretendido lord Buckingham 
era muy significativa. Se echó a reir de una mane- 
ra estúpida y murmuró: 
—Sí, yo ya no poder hacer el lord... moneda 
acabarse... tener que volver a la cuadra. 
Luego, recordando vagamente que le habian 
presentado a alguien, se adelantó hacia el magis- 
trado tendiéndole la mano. 
—¡Buenos días! ¿Estar usted bicn? Yo, bien; 
gracias,
	        
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