Full text: El crimen de Buif

122 G. DE La FOUCHARDIERE 
adverbios que empleaba el señor Bidasse era siem- 
pre admirable) una muerte digna del Gran Guignol 
bajo el cuchillo sangriento de un Fualdés desco- 
nocido (Fualdés era el nombre de un señor asesina- 
do ha tiempo; pero el señor Bidasse lo escogió, de 
una vez para siempre, como prototipo del criminal), 
era una de las más nobles y simpáticas figuras de 
la aristocracia parisién. ' 
Apenas si tenía sesenta años, y su carrera Co- 
menzaba bajo los más brillantes hospicios (tex- 
tual). Desde su primera infancia le destinaron sus 
padres a la diplomacia, y este proyecto empezó a 
realizarse con las largas temporadas que el joven 
aristócrata pasó en el extranjero, sin que le arre- 
draran los climas más diversos, pues pasaba con 
la mayor facilidad de Ostende a San Sebastián y 
de San Sebastián a Montecarlo. Estos lejanos via- $4 
jes, que revelaban en él un heroico espíritu de A 
aventuras y una tenacidad sin igual para plantar 
¿ en todas partes el pabellón francés, le aguirrieron, 
s pero debilitaron su salud. Entonces buscó y en- 
contró la felicidad íntima, el dulce calor del hogar, 
y se casó, hacia los cuarenta años, con la señorita 
Lucía-Benoit-Durand, hija del gran fabricante de 
tapiocas... A este propósito no queremos dejar de 
recomendar a nuestros lectores las tapiocas Be- 
noit-Durand, de las que nuestro excelente colabo- 
1 rador Amadeo Gantrille muestra, en la tercera pla- 
¡ na de este número, las virtudes nutritivas y laxan= Y 
tes a la vez. / 
M Inmediatamente después de casado, él conde 
pl Lardillon de Lestriviére consagró exclusivamente 
al mejoramiento de la raza caballar ia gran inteli- 
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