Full text: El crimen de Buif

EL CRIMEN DE BUIF 141 
He aquí lo que decían los sepultureros: 
—Yo he jugado en la taberna 2,50 ganador y 
2,50 colocado. 
—¿A Teorema? 
—Desde luego; ganará seguramente. Se lo he 
oído decir a Hexam mientras sacábamos el féretro. 
Estaba borracho perdido y por eso se ha ido de la 
lengua... 
— Claro! Un entrenador no descubre así como 
así las martingalas, a menos que esté borracho... 
También podía haber escogido otro día para empi- 
nar el codo... 
—Para las gentes honradas todos los días son 
buenos... A propósito: ¿has visto a la mujer de 
Hexam? ¡Qué cara! Si parecía ella la viuda... 
—Eso dicen—afirmó el otro sepulturero con dig- 
nidad—. Una persona de tacto no se habría deja 
do ver... 
—¡Mucho ojo! 
El representante de la casa Boringolle volvía, en 
efecto, la cabeza y comprobó con satisfacción la 
actitud irreprochable de sus dos empleados, que, 
observando el más decente mutismo, marchaban 
con la cabeza baja, vigilando atentamente la pro- 
gresión alternativa de sus pies calzados con grose- 
ras botas. 
Y: —¿Crees que pagará bien 7eorema?—preguntó 
A el primer sepulturero cuando el representante vol- 
vió la cabeza al otro lado en el que se encontraban 
ya su pecho, su abdomen y los dedos de sus pies. / 
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