146 G. DE LA FOUCHARDIERE
dor, prestó al principio poca atención a lo que le
decía.
—Lo mejor que puedes hacer es volverte a tu
casa inmediatamente. Precisamente, a las seis hay
un tren para Maisons.
Hexam insistió:
—¡Que no ha ganado Teorema! Fie visto un te-
legrama en el bar, señor barón. El bar recibe los
telegramas de París-Sport, carrera por Carrera,
—Pero habrás visto mal. No hay duda de que
por el momento tienes la vista turbia, Desde el mo-
mento que yo conozco el resultado por mi botones,
quevenía de Longchamp, debes comprender...
—¡Pero si todavía no habían puesto el nombre
del ganadorl Teorema ha ganado, en etecto; pero
ha sido distanciado, no tenía el peso...
El barón de Saint Flour comenzó a inquietarse;
pero en aquel momento llegó de Longchamp un
nuevo emisario que confirmó la fatal noticia...
Hexam había desaparecido de nuevo porque solía
consolarse de sus decepciones de la misma manera
que festejaba las alegrías, y como la Providencia
había colocado numerosos bares en todo el trayec-
to, podía consolarse sin perder tiempo.
De memoria de guardas del Pere Lachaise jamás
se vió asistencia más afligida y lúgubre que la que
franqueó aquel día las puertas del cementerio, si-
guiendo el féretro del conde de Lestriviére. :
—¡Este sí que podría decir que era querido!--
fué la unánime reflexión.