178 G. DE LA FOUCHARDIERE
—¿De modo que fué la señora de Hexam quien
le dió el dinero?... Un poco inverosímil me parece.
¿Por qué le hizo semejante regalo?
—Yo no preguntárselo; yo tomar nada más el
dinero. Señora Hexam decirme mí: «Toma, para ti,
muchacho. Vete a dar una vuelta por Inglaterra,
donde tienes familia; diviértete bien y no vuelvas
antes de un mes, que no haces falta.» Yo estar
primero en París, donde yo pensar hacer eco-
nomías.
—¡Pues sí que emprendió usted buen camino
para hacer economías!
—Yo pensar economizar viaje a Inglaterra. Las
órdenes del ama ser que yo me divierta, y como
poderse uno divertir confortablemente en París sin
ir a marearse sobre el barco... Yo marearme en se-
guida. Y me quedé en París...
—Haciéndose pasar por el duque de Bucking- :
ham en los grandes bares.
—¡Oh! Duque de Buckingham ser el nombre que
darme una dama del Cristal Palace... Entonces to-
das las damas del Cristal Palace llamarme duque
de Buckingham... Eso es...
—Ya suponía yo que eso no se le había ocurri-
do a usted—dijo el juez—. Puede usted retirarse;
pero espere en el pasillo, pues tal vez tenga nece-
sidad de usted dentro de poco...
«Creo que comienzo a ver claro—se dijo el se-
ñor Chennevert cuando Simons se hubo retirado—.
El matrimonio Hexam me parece muy comprome-