230 G. DE La FOUCHARDIBRE
—El resultado habría sido el mismo. A usted lo
hubiesen tratado de borracho, como a mí me han
tratado de loco; le habrian enviado al calabozo,
como a mí me enviaron a la enfermería. EJ doctor
Boudon habria renunciado generosamente a que
el asunto siguiera adelante, y se habría retirado
oyendo elogios por todas partes, mientras que aho-
ra no sospecha que estemos sobre la pista; no
desconfiemos, y todavía podemos sorprenderlo.
—«¿Pero cómo?
Lafrita reflexionó.
—Lo mejor, sin duda alguna, sería ir a visitar al
juez de instrucción que instruye las diligencias, y
referirle toda la verdad. Haciendo inmediatamente
un registro en casa del doctor Boudon, que como
decía no sospecha nada, hay probabilidades de en-
contrar, no sólo las alhajas de la víctima, sino tam-
bién otras piezas de convicción; luego, haciendo
la autopsia a la señora de Hexam, se comprobaría
que murió envenenada por la estricnina...
—¿Quiere usted mezclar en este asunto al juez
Chennevert?
—Creo que es lo mejor.
—Es que... no tiene usted idea de lo bruto que
es. Yo puedo decirlo, porque le he tratado de cer-
ca... Es un pobre hombre que ni siquiera es capaz
de comprender lo que es un handicap. Yo traté de
explicárselo para pasar el rato. Es interesante, es
instructivo, ¿no es verdad?; pues bien, no com-
prendió ni jota.
AZ
A AA AA