Full text: La princesa del transiberiano

LA PRINCESA DEL TRANSIBERIANO 113 
nemos una escuela, como los ingleses, que tienen 
perfectamente organizado el Intelligence Service y 
poseen una «Escuela de espionaje», por la que hay 
que pasar durante tres años; nosotros no tenemos 
esa escuela; pero tenemos maestros muy expertos 
que, en muy poco tiempo, la iniciarán a usted en 
todos los secretos del espionaje y el resto es cues- 
tión personal suya; le basta, para la fe de la misión 
que ha de realizar, saber que es usted una húngara 
y que su Patria está en peligro. 
Aquel hombre se puso en pie, y me dijo: 
—Dentro de una hora preséntese en mi oficina. 
Escribió sobre una tarjeta suya las señas de la 
oficina en la que yo debía presentarme y, sin preocu- 
parme de que yo, angustiada, pretendía protestar, 
se marchó. Desde aquel instante me ví engranada 
fatalmente en el espionaje a favor de los Imperios 
centrales; no pude escaparme de aquella misión 
triste que se me imponía y, a la hora que se me 
había advertido, me presenté en la oficina de aquel 
hombre que me había visitado.
	        
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