Full text: La princesa del transiberiano

124 ADELARDO FERNANDEZ ARIAS 
era una figura principal, entonces los beligerantes 
acudían a todos los medios para castigarla, aplicán- 
dola la última pena y eso se realizaba o bien ha- 
ciéndola entrar en territorio enemigo y delatándola 
después, o bien atrayéndola hacia su propio terri- 
torio para castigarla allí; cuando la figura traidora, 
desconfiada, no acudía a ninguna de las embosca- 
das que se la tendían, bien para entrar el territorio 
enemigo o bien para regresar al propio territorio, 
se empleaba la violencia y se ordenaba a los agen- 
tes de espionaje que se la preparase una embos- 
cada para apoderarse violentamente, «acudiendo a 
todos los medios», incluso al narcótico, con objeto 
de transportarla, contra su voluntad, a uno u otro 
territorio. 
Eva se estremeció; sintió un calofrío de terror, y 
dijo: 
¡Qué horror! ¡Claro que todo eso es muy in- 
teresante y el peligro que se cernía sobre todos los 
que hacían espionaje tenía un atractivo extraño, si- 
niestro, pero atractivo! ¡Sin embargo, todo eso es 
horroroso! 
—Si—continuó John—. Por eso yo comprerídí en 
seguida que Mizzi se encontraba amenazada de 
muerte, pero yo también; entonces mis enemigos, en 
aquella ocasión eran mis propios agentes y, sobre 
todo, los jefes de espionaje inglés, francés e italia- 
no; sobre todo el inglés; los agentes del Intelligence 
Service, que eran los que más me vigilaban; porque 
debe usted saber, Eva, que el Intelligence Service se 
ha considerado siempre, toda la vida, en tiempo de 
paz y en tiempo de guerra, «desde el punto de vista 
de ellos», como la más fuerte organización de espio- 
naje y cuando nosotros entramos en la guerra, como 
no estábamos organizados, porque no le hemos dado 
al servicio de espionaje la importancia que siempre 
le dieron los ingleses, tuvimos que aceptar la cola- 
boración británica, y aunque independientemente, 
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