LA PRINCESA DEL TRANSIBERIANO 171
¡Hasta luego, Eva!—dijo John, besándola otra
vez las dos manos.
Eva acompañó a John hasta la puerta y él su-
bió en el automóvil. El coche partió y John, hasta
que el automóvil desapareció, fué agitando su mano
derecha para despedirse de Eva. Eva, también, en la
puerta de su casa, con la mano derecha levantada
sobre el nivel de su cabeza, en saludo de antiguo gla-
diador romano, como una estatua hierática, sonreía,
despidiéndose de John. El automóvil condujo a John
a su Casa.
Eva llamó a su doncella, que dormitaba, y la
dijo:
¡Elly, prepáreme el baño!