Full text: La princesa del transiberiano

XXIX 
Como la noche anterior, en el mismo comedorcito 
confortable y confidencial, cenaron alegremente Eva 
y John, servidos por Jackie, que dejaba ver sus dien- 
tes claros, destacándolos en el negro obscuro de su 
rostro. 
Durante la cena hablaron de la película. Eva con- 
sultó con John los vestidos que debería encargarse. 
En el intervalo de tiempo que pasó desde que salie- 
ron del despacho de míster O'Brien hasta que John 
fué a la «villa» de Eva, los dos habían leído el «guión» 
cinematográfico de La princesa del Transiberiano; 
por eso no podían discutir ahora sobre sus escenas, y 
Eva se documentaba para que John la dijese los ves- 
tidos que Mizzi usó, de manera que pudiese ella re- 
producir exactamente las modas y hasta los colores, 
armonizándolos los de la realidad, con los fotogéni- 
cos, para que hiciesen en la pantalla el efecto más 
eficaz. También Eva quiso saber la forma de los pei- 
nados, los adornos, las alhajas, todos los detalles que 
formaron la personalidad de Mizzi en aquella época. 
¡Veinte años más atrás! John, que recordaba per- 
fectamente aquella época, aquel momento interesan- 
tísimo de su vida, iba describiendo la personalidad de 
Mizzi, con una riqueza de detalles y una minuciosi- 
dad tan exacta, que permitió a Eva comprender todo 
perfectamente. Terminada la cena, pasaron al sa-
	        
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