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284 ADELARDO FERNANDEZ ARIAS
llegar hasta el jefe superior de Policía de Berlín, dis-
puesto a facilitar las investigaciones que interesaban
al novelista norteamericano, poniéndole en contacto
con el jefe de los archivos del departamento de Po-
licía de Alexander Platz. No fué fácil la tarea; hubo
que buscar, legajo por legajo, y examinar todos los
libros de aquella época. John y Joy Clifton, secun-
dados por el personal subalterno de la oficina en que
estaban los expedientes y los libros de los años 1918,
1919, 1920 y 1921, examinaron con una paciencia es-
toica todos los documentos que podrían darles una
luz, y después de varias semanas encontraron en un
libro una anotación con un número, que les puso en
el camino del expediente que necesitaban buscar.
En efecto, en aquel expediente encontraron el ates-
tado policial que se levantó como base del primer
documento expedido a favor de «Wanda Tjegorieff»,
y en aquel atestado figuraba la comparecencia de
«Walter Werner» y de «Fedora Bakunini», que se ti-
tulaba «madre de Wanda». En aquella comparecen-
cia Walter Werner, como súbdito alemán, declaró que
«había conocido a aquella mujer, que era una súb-
dita rusa, y a su hija Wanda, y que las dos eran
emigradas rusas que, huyendo de la revolución, ha-
bían llegado a Berlín después de haber perdido gran
parte de su fortuna, aunque les quedaba todavía un
rastro de ella; que, en su huída precipitada habían
perdido todos los documentos y que deseaban tener
documentos de legitimación con arreglo a las leyes
alemanas, para demostrar la personalidad de «Fedora
Bakunini» y de su hija «Wanda».
Walter Werner ofrecía a las autoridades policia-
les las declaraciones de «varios emigrados rusos, re-
sidentes en Berlín, que conocían a la madre y a la
hija perfectamente, desde Rusia».
En efecto, en aquel expediente figuraban declara-
ciones de emigrados rusos, que coincidían en mani-
festar, bajo juramento, «conocer perfectamente a