328 ADELARDO FERN AND EZ ARIAS
Balto «eso» no puede ser, Eva; usted no pertene-
ce a la categoría de «e: 19, caprichosas, que nos
obligan a perseguirlas judicialmente, a pedirlas in-
demnización por daños y perjuicios; en fin, todo eso
que constituye aquí, en Hollywood, casi «el pan nues-
tro de cada d'a». No, Eva, usted es «una mujer ra-
zonable»; además, piense usted, precisamente porque
quiere tanto a míster Simpson, que se trata de una
película «suya», de «su película», de la primera de «la
serie de películas Sue han de darle, a ese hombre
que usted ama, fama y dinero». De modo, que yo es-
toy seguro de qui ando usted se tranquilice con-
tinuará la película, hasta terminarla con toda feli-
cidad». Estoy perfectamente de acuerdo con usted en
que «si una artista tiene malhumor, producido de
pronto por alguna noticia o alguna impresión des-
agradable, no puede, es más, ¡no debe trabajar!». La
expresión cinema efi 'á
del espíritu y una sit seneral de malhumor, de
contrariedad, pr que reflejars se forzosamente en la
expresión del rostro. Aplaudo su decisión de «no tra-
bajar hoy»; eii ese a casa, repose, tranquilícese
bien y cuando se encuentre serena y en disposición de
continuar el ra me lo comunica; yo hablaré con
el director de escena y le haré comprender «todas
estas razones». ¡Claro que usted no ignora, porque
es una mujer inteligente y conoce el mecanismo del
cinematógrafo, que esa noticia llegada a usted desde
Europa con tanta inoportunidad, nos perjudica «ma-
terialmente» mucho; pero ¡no importa! Quiere de-
cir, que «la película, en vez de costarnos equis dóla-
s eme»; en negocios de esta
naturaleza «eso» no tiene valor. De modo, Eva, que
¡lamento, ante todo, la mala noticia que usted haya
podido recibir! ¡Supongo que no le habrá sucedido a
John algo grave, porque eso sería muy lamentable!
No-—respondió Eva algo más tranquila E
ras na onatará on ”
f2s, 1nOS Costará equis 1