Al día siguiente, cuando “Miss, Atlántico” entró en el
observation-car, después de tomar el desayuno, el gene-
ral chino salió a su encuentro.
La saludó muy “a lo occidental”, besándola respetuosa-
mente la mano, y, sentándose junto a ella, la trató, sin
embargo, con cierta camaradería familiar.
“Miss Atlántico” sentía por aquel hombre una aver-
sión instintiva; pensaba en la crueldad de sus procedi-
mientos; si era cierto que había conseguido innumera-
bles millones para reunir aquella fortuna fabulosa de
que hablaba, también era cierto que la había amasado
Con la sangre de sus víctimas; para él “el fin justificaba
los medios”; el fin era “poseer millones”, y los medios
tran “la destrucción de todos los obstáculos que se en-
Contraban en su camino”, Para aquel hombre, las vidas
lúmanas no tenían valor; sacrificaba criaturas como arra-
Saba ciudades; la cuestión era dominar, poseer, conquis-
lar, apoderarse de lo que los otros tenían, Era indudable-
Mente un hombre cruel, una bestia humana oriental, con
Un baño occidental, en una mezcla confusa; una amalga-
Ma en la que se unían dos civilizaciones refractarias, im-
Posibles de fundirse. Por eso descubría “Miss Atlántico”,
tn el fondo de aquel 'hombre, algo monstruoso, algo fe-
FOZ, algo muy inhumano, terrible, y “Miss Atlántico”
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