114 «EL DUENDE DE LA COLEGIATA»
del mundo y que se exhibe como un caballo que gana
un gran premio, como un animal de un parque zoológico,
que es un ejemplar raro, como un fenómeno de circo in-
ternacional, como un gran político, como una gran bailari-
na, como un rey destronado, como algo extraño, y, en-
tonces, sentí por primera vez una extraña amargura;
el peso de la tragedia de esas “reinas de la belleza” que
yo empezaba a representar por el mundo. ¿Era entonces
feliz? Le aseguro que sentí la nostalgia de mi vida pri-
mitiva; claro que fué una ráfaga de nostalgia que ahogó
en seguida mi vanidad, porque al verme allí, en aquel
hotel magnífico, con vestidos de teatro, porque para mí
aquellos vestidos modernos que se me habían dado eran
como vestidos de teatro, aquellos vestídos de teatro que
nosotras en el pueblo veíamos en escena cuando alguna
Compañía teatral nos visitaba, y después me acostumbré
a representar mi papel de “reina”, de “Miss Europa”,
y llegué a creerme que, efectivamente, la predestina-
ción, el destino, el sino de las criaturas, nos lleva a cada
uno a donde debemos llegar, y yo me convencí a mí
misma de que era “una reina innata”, de que era “una
belleza designada a altos destinos, para triunfar en la
vida por mi plástica, “y ya no pensé más en aquel pueblo,
en aquellos padres míos, que ya me estorbaban cerca de
mí, porque la modestia de mis padres, su incultura, su
falta de formas elegantes, distinguidas y modernas, con-
trastaban a mi lado con la distinción artificial que me
iban dando aquellos artífices de la distinción, que el Co-
mité de Belleza de Paris me pagaba; con la elegancia
y la finura que iban plasmando todos aquellos maestros
de elegancia que se me adjudicaron, mis padres me es-
torbaban, me ponían en ridículo; yo sentía, a mi lado, el
ridículo que mis padres irradiaban sobre mí, y llegó
una cosa terrible: llegó lo irremediable: que yo pedí a
mis padres que me dejaran sola, que se marchasen al
pueblo, porque mis padres “me estorbaban”; aquello era
cortar el último cable que me unía a mi pasado, Recuer-