«MISS ATLANTICO» 123
No lo conozco. Me han dicho que es muy pintoresco
este país.
-—Vamos a vivir aquí una temporada, El tiempo nece-
sario para que usted y yo nos conozcamos bien y, sobre
todo, para que sepamos los dos hasta dónde puede llegar
huestro amor; Sí; como creo, como estoy segura, yo amo a
usted pronto, cuando esté convencida de que le amo
seré suya, y entonces dispondrá usted de mí, me llevará
a donde quiera, a donde le parezca; le seguiré hasta el
fin del mundo.
—¡Qué admirable es usted, “Miss Atlántico”!
¿Le parece bien?
Me parece encantadora su idea.
¿Entonces?
El general se levantó, oprimió un botón eléctrico que
había en la terraza del observation-car, El negro de setr-
vicio del observation-car se asomó a la terraza del vagón,
y el general ordenó:
Diga usted al camarero del pullman de esta señora
y al del mío que interrumpimos nuestro viaje y nos que-
daremos esta noche en Reno.
El negro se inclinó y se fué.
Después el general, volviéndose hacia “Miss Atlánti-
co”, la preguntó:
-¿Está usted satisfecha?
“Miss Atlántico”, sonriendo muy coquetonamente, alar-
gó una mano, que el general besó con emoción, y ella
le dijo, con intención muy femenina:
General, ¡me parece que le voy a querer a usted
con locura!...