Full text: Miss Atlántico

«MISS ATLANTICO» 145 
—No, de ninguna manera—contestó “Miss Atlánti- 
co”—, No me digas eso, ¡no faltaba más! 
—Pero, ¿los quieres? 
—¡Los quiero, claro que los querria! Pero yo no quie- 
ro que gastes más; ya ha sido tu generosidad suficiente, 
ya me la has demostrado, esa ha sido la prueba que has 
sabido darme de tu desinterés; eso me basta, no quiero 
que te sacrifiques por mí, no quiero que te sacrifiques 
más. 
—¿Los quieres? 
—No hablemos más, Vámonos, vamos a continuar 
paseando, 
Y “Miss Atlántico”, con una habilidad femenina, una 
astucia extraordinaria, empujó al general chino para obli- 
garle a continuar el paseo; pero Tshiang-Tshu-Feng, re- 
sistiéndose, exclamó: 
—No, no. Vamos a entrar. Quiero regalarte esos bri- 
llantes., 
—NOo, no, dear; te ruego que no; no quiero, no quiero, 
Y él insistió: 
—Vamos, darling, dame ese gusto, proporcióname ese 
placer; estos brillantes voy a sopnlóót telos en recuerdo de 
Muestra primera noche de amor. 
“Miss Atlántico” le miró amorosamente, es decir, como 
si hubiese estado enamorada de él; le apretó el brazo 
contra ella de una forma voluptuosa y Tshiang-Tshu- 
Feng entró resueltamente en la joyería, 
Se compraron los brillantes. Ella asistió, muda, a la 
Operación. 
_ El general chino firmó un cheque, entregándoselo al 
Joyero, y dijo: 
—Como es tarde y los Bancos están cerrados, mañana, 
después de que hayan cobrado el cheque, me llevarán al 
hotel las joyas, 
El joyero, haciendo mil reverencias, despidió al chino 
a “Miss Atlántico” acompañándolos hasta la puerta. 
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