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También aquel día el general chino le dijo a “Miss
Atlántico” que necesitaba dedicarse a sus asuntos.
Como preparó un embarque de armamento cuyo pri-
mer plazo debería pagar al contado, ahora necesitó cam-
biar las condiciones de la compra por no poder dispo-
mer de los cinco millones que se había gastado en las
acciones de “Miss Atlántico”.
Por eso aquel día estaba ella sola y lo aprovechó para
visitar al makler que míster Goldsmith le había recomen-
dado, ordenándole la venta de aquellas acciones que el
general chino la compró.
Desde la oficina del makler telefoneó a mister Gold-
smith citándole para tomar el té aquella tarde en el mis-
mo sitio, que fué donde citó “Miss Atlántico” al makler
para que la encontrase en compañía de mister Gold-
smith, llevándola el resultado de la venta. Preguntó por
teléfono cómo estaban las acciones aquel día, el makler
respondió :
—Algunas habrán subido un par de puntos; el resto
continúan lo mismo.
—Entonces—preguntó “Miss Atlántico”—, ¿cómo cree
usted que resultará la operación ?
—Indudablemente, con alguna ganancia; no mucha, se-
ñora; pero indudablemente, en una cantidad que repre-
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