Full text: Miss Atlántico

176 ADELARDO FERNANDEZ ARIAS 
“Mis Atlántico”, sin mirarla, la dobló y la metió en 
su bolso también, 
—Pero mirela. 
—Es lo mismo; eso le interesa a mi amiga, y como 
supongo que usted habrá hecho su operación bien, yo 
no tengo por qué examinarla, 
—¿Ve usted, Johnson? Esa es la ventaja de hacer ne- 
gocios con las mujeres—exclamó míster Goldsmith 
Nosotros somos más desconfiados; les discutimos a us- 
tedes muchas veces un punto de comisión; ellas ni si- 
quiera miran las cuentas, Son buenos clientes, ¿verdad? 
El makler sonrió. La música de la orquesta de negros 
continuaba lanzando al aire sus charlestones. Transcurría 
el tiempo. Como la otra vez, míster Goldsmith miró su 
reloj y dijo: 
—Bueno, “Miss Atlántico”, yo tengo que marcharme. 
—5i, sí; haga usted lo que le parezca, Entonces nos 
veremos antes de que yo me embarque; pero estamos de 
acuerdo, ¿no es así? 
—Perfectamente de acuerdo, 
—Yo también me voy—exclamó el makler 
—¿ Hacia dónde va usted? 
—Voy a mi oficina. 
—Yo tengo mi coche, 
—Y yo también, 
—Entonces no podemos ir juntos. 
—5Sí, iremos juntos, uno detrás de otro—exclamó John- 
son, riendo—, hasta el “Park”, y allí nos separaremos. 
Mister Goldsmith preguntó a “Miss Atlántico”: 
—¿Quiere usted que la lleve a alguna parte? 
—No; yo voy a quedarme aquí todavía una media 
hora; me gusta ver bailar, 
—Entonces, hasta pronto, 
—¡ Hasta pronto! 
“Miss Atlántico” se quedó sola. Fumó y pensó sere- 
namente en todos aquellos acontecimientos. Hizo un 
cálculo mental: seis millones y medio del cheque; dos 
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