Full text: Miss Atlántico

218 IDELARDO FERNANDEZ ARIAS 
titulr para mí una novedad, con su cresta nevada, por- 
que allí nosotros tenemos montañas mucho más impo 
nentes que la famosa y sagrada del Japón. 
—Si—exclamó “Miss Atlántico”—; pero esta es “la 
montaña sagrada”, y allí en América... 
—Allí en América no tenemos nada sagrado; pero, 
en cambio, tenemos nuestros rascacielos, que si no son 
sagrados son más prácticos; en esta montaña sagrada, 
en este Fudji-Yama que los japoneses veneran, no hay 
más que un motivo fotográfico de perspectiva, y en nues- 
tros rascacielos hay infinidad de despachos, donde las 
cifras manejan millones de dólares cada minuto; supon- 
go que comprenderás que nuestros rascacielos son más 
importantes, 
“Miss Atlántico” sonrió; aquella manera de mediati- 
zar ¡hasta la Naturaleza! que míster Goldsmith tenía, 
era un motivo de diversión eterno para “Miss Atlán- 
tico”. Fueron a Nara, Ante la vista de los famosos cier- 
vos sagrados, que corrían en libertad por el bosque, 
“Miss Atlántico”” exclamó: 
—Y ahora, ¿qué te parece? ¿No encuentras esos cier- 
vos interesantes? 
Mister Goldsmith, encogiéndose de hombros, exclamó: 
—Conozco tantos amigos que se parecen a ellos, que 
¡la verdad!, por qué he dedecirte que no me extraña; 
me hacen el efecto de encontrarme, en una nueva ciu- 
dad, a antiguos conocidos. 
Volvió a reírse “Miss Atlántico” de la ocurrencia de 
míster Goldsmith, y dijo: 
—Bueno, entonces visitaremos Osaka para que veas 
lo que es una ciudad militar japonesa, y luego Naga- 
sakiz después, ¡ya habrás visto el Japón!, y nos mar- 
charemos a China, que es más grande y mucho más 
interesante. 
—Si—respondió míster Goldsmith—; espero que sea 
más interesante, porque el Japón, desde mi punto de
	        
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