«MISS ATLANTICO» 237
guos comerciantes ingleses que implantaron hace mu-
chos años un hotel confortable; pero confortable para
entonces y han conservado con ese conservadurismo de
los ingleses las mismas tradiciones, las mismas costum-
bres, imponiéndolas a los pasajeros a la fuerza; en cam-
bio, el hotel que yo le digo, que es de unos norteame-
ricanos, según creo, tiene todos los coWiforts modernos;
en fin, usted, lo que puede hacer, es ir a él, y si no le
gusta, cambiarse.
-—Pues tiene usted razón—contestó “Miss Atlántico—.
Voy a hacer eso.
Al desembarcar en Tien Tsin, Chuang-Tsu-Chang ex-
clamó:
—Como el hotel no está lejos del puerto, si a usted le
parece iremos en rickshar.
Como quiera. Hace ya tiempo que no utilizo el ricks-
haw. La última vez recuerdo que fué en la India,
—¿Conoce usted también la India?
—Yo conozco todo el mundo.
—¡ Ah!
Subieron a dos rickshaw que en el puerto había, y se
dirigieron al hotel que Chuang-Tsu-Chang había indica-
do, Era, en efecto, un gran hotel moderno.
Chuang-Tsu-Chang se adelantó, hablando en chino con
el portero, y después, también en las oficinas de recep-
ción, habló en chino, indicando que él había traído aque-
lla pasajera “de primera calidad”.
Recibieron a “Miss Atlántico” con toda clase de aten-
ciones, y la gran viajera eligió, como siempre, una suite
de habitaciones; las mejores del hotel. Después entregó
los resguardos de su equipaje, de su gran equipaje, que
la acompañaba, como una impedimenta, por todo el
mundo, 4
Chuang-Tsu-Chang, después de haberla acompañado
hasta la puerta de sus habitaciones, la preguntó:
-—Bueno, señora, pues si en algo puedo serla útil,
tendré muchísimo gusto en acompañarla a las horas que