Se abrió la puerta, apareció Chuang-Tsu-Chang, sa-
ludó atentamente a “Miss Atlántico”, y la dijo:
—Señora, la he oído moverse y al comprender que
está usted despierta deseo preguntarle si necesita algo
para comer o beber, porque como nuestro viaje será un
poquito largo, antes de dormir quizá usted desee recon-
fortarse; para su tranquilidad, la diré que lleyamos a
bordo todo su equipaje, de modo que puede usted dis-
poner de él a su antojo; si quiere sacar su pijama, para
dormir más cómoda, dígame cuál es el baúl o la maleta
que ha de traerse al camarote. A bordo tenemos varios
“coolíes” que están enteramente a su disposición, Duer-
ma tranquila, señora, hasta la hora que crea convenien-
te; no creo que hemos de llegar al término de nuestro
viaje hasta dentro de tres o cuatro días.
“Miss Atlántico” miró a Chuang-Tsu-Chang con odio
reconcentrado, pero se guardó bien de responderle o de
injuriarle o de preguntarle, lo que ya sabía de antemano
que no le iba a responder, y con mucha tranquilidad, ex-
clamó :
—Que me traigan mi baúl número seis.
—Está bien, señora.
Chuang-Tsu-Chang se inclinó y salió del pequeño apo-
sento del house-boat, Poco tiempo después, dos “coolíes”