20 ADELARDO FERNANDEZ ARIAS
E
Ñ
y
lántico'? sonriendo con picardía—, ¿no es más agradable
para un luchador la victoria conseguida después de una
lucha ?
—HEso es un romanticismo de razas latinas, mi querida
“Miss Atlántico”; nosotros, los anglosajones, somos más
prácticos; no nos gusta perder el tiempo, tenemos menos
romanticismo, somos menos sentimentales, pero ganamos
mejor el tiempo, ¿nó le parece?
El barman había servido ante ellos dos cock-tails de
un color indeterminado.
Míster Goldsmith miró el vaso de plata en que estaba
servido el cock-tail y preguntó a “Miss Atlántico”
¿Cómo se llama este veneno tan bien disfrazado?
Y el barman, sonriendo, exclamó :
¿Cómo ha de llamarse?: “Miss Atlántico”.
-¡ Ah !—exclamó míster Goldsmith—. Ya hasta los
cock-tails tienen su nombre.
—Es que usted no conoce mi popularidad en el mundo;
soy, probablemente, más conocida que su fábrica, y ésa
es una buena comparación,
¡Claro !—respondió mister Goldsmith—. Todo lo que
vale se conoce,
¿Habla usted por su fábrica?
Hablo por usted.
¿Y usted qué sabe, mister Goldsmith? Ya me ha di-
cho usted antes “picante”, sin conocerme, y ahora dice
usted que valgo, sin saberlo... ¿Usted qué sabe? ¿Usted
qué sabe?
—Probablemente, lo sé,
—i¡Claro! Le habrá hecho una presentación mía, segu
ramente, Edward...
—Sí, Edward...; pero bebamos el cock-tail,
“Miss Atlántico” tomó la copa, la elevó a la altura de
los ojos y dijo:
—Chin, chin,
— ¿Es ese un brindis chino?