200 «EL DUENDE DE LA COLEGIATA»
expirar entre dolores terribles y le parecía escuchar aque-
llos lamentos feroces que se le escapaban. Y “Miss At-
lántico”” se estremeció y pensó mentalmente: “¿Y esto es
el amor y esto es lo que los hombres y las mujeres tanto
desean?... ¡Qué asco!... ¡Qué horror!”