XXXIV
El general Tshiang-Tshu-Feng dió la orden de mar-
cha. En sus planes militares hacía ya mucho tiempo
que entraba su deseo de avanzar hacia la costa. Poseía
un territorio grande; pero no tenía salida al mar, y
€se era el objetivo principal ahora de su estrategia,
Tshiang-Tshu-Feng contaba a «Miss Atlántico» to-
dos sus proyectos ; se había entregado a aquella mujer
tan absolutamente que pensaba en voz alta comunicán-
dole a ella todos sus propósitos, todas sus Órdenes, ¡y
se las consultaba ! Ella no entendía, ¡claro!, ni de es-
trategia militar ni de movimientos envolventes ni de
toma de posiciones ni de todo aquello que él la habla-
ba, al explicarle sus planes de ataque y de defensiva ;
pero con una intuición formidable, aquella intuición que
había proporcionado a «Miss Atlánticos todos los gran-
des triunfos de su vida, fué adaptándose al ambiente y
recordando bien los términos técnicos militares, de ma-
tera que el general Tshiang-Tshu-Feng encontró en
«Miss Atlántico» una colaboradora. De acuerdo, los
dos, señalando en un mapa el movimiento que intenta-
Ja el general, se dió la orden para la marcha. Todo el
campamento se conmovió; una gran alegría recorrió
las tropas. La marcha quería decir : conquista, comba-
tes, saqueo; en la marcha hacia el mar, que el gene-