«MISS ATLANTICO» 293
prisioneros ; la soldadesca, en libertad, saqueaba las
casas, se apoderaba de las mujeres, la poseía ; el gene-
ral, sonriente, aprobaba todo; iba traduciéndole a “Miss
Atlántico» todas aquellas noticias.
Una vez un militar llegó y dijo:
—Entre los prisioneros hay algunos occidentales.
El general, sonriendo, con una alegría feroz, dijo a
«Miss Atlántico» :
— Tenemos prisioneros blancos.
«Miss Atlántico» tembló :
—¿ Quiénes son ?—preguntó instintivamente.
Y el general Tshiang-Tshu-Feng, después de haber
oído a quien le había comunicado la noticia, exclamó :
—Son tres misioneros; uno católico y dos protes-
tantes.
«Miss Atlántico» puso una mano sobre el brazo del
general y suplicó :
—No los mates. Déjalos vivir.
El general sonrió ferozmente :
—¿Intercedes por ellos; no comprendes que si los
dejo en libertad me traicionarían ; dirían al enemigo
dónde estamos, cuántos somos y en qué forma se nos
podría atacar ?
—Pues tenlos prisioneros ; consérvalos prisioneros ;
pero no los mates—suplicó «Miss Atlánticoo—. Son
misioneros; son sacerdotes de sus religiones, que creen
en ellas de buena fe, y ellos han venido a este país para
convertir a los que ellos llaman infieles. Su misión es
sagrada, no han hecho nada ; seguramente no han com-
batido ni combatirán contra ti; no los mates.
El general, sonriendo ferozmente, exclamó :
—Bueno; por ahora no los mataré; ya veremos
cómo se conducen,
Y dió una orden a su ayudante.
Poco después, el ayudante volvió a entrar y el gene-
ral tradujo a «Miss Atlántico» lo que le había dicho
y exclamó ;