Full text: Miss Atlántico

«MISS ATLANTICO» 306 
nen más aspiración ni más finalidad que predicar sus 
religiones. 
—SÍ ; pero eso es peligroso, porque yo no debo per- 
mitir que entre mis tropas, que tienen sus creencias, 
se divulguen ideas subversivas, aunque sean religiosas. 
—La cuestión es muy sencilla : tá das una orden, 
para que todos tus soldados te conozcan, en la que se 
diga que aquellos soldados, es decir, que las tropas a 
tus órdenes que tengan creencias cristianas, bien sean 
católicos o bien protestantes, podrán asistir los do- 
mingos a los oficios divinos que el padre Gumersindo 
y los reverendos Knowes y Simpson van a celebrar, a 
la hora que tú designes y en el sitio que a ti te parez- 
ca. Esos misioneros celebrarán sus oficios y cumplirán 
con su misma religión sin tener para nada contacto di- 
recto con los feligreses, ¿comprendes? De modo que 
no hay propaganda, porque yo no te he pedido... 
¿Cómo quieres que yo te pidiera que dejes en liber- 
tad a los reverendos para que prediquen sus doctri- 
nas? Ellos no harán más que oficiar con arreglo a los 
ritos de su religión, y los otros oirán sus misas. ¡ Nada 
más! Ya ves que no te pido nada extraordinario. ¿ Qué 
te parece ? 
El general pensó : 
—¿Lo quieres tú ?—dijo mientras pasaba su mana- 
za, dura y callosa, por el pelo sedoso de «Miss Atlán- 
tico», 
—Sí, yo lo querría. Es una cuestión de conciencia, 
es una cuestión espiritual, Concédeme lo que te pido, 
El general sonrió y dijo : 
—Bueno ; mañana daré la orden. ¿Estás satisfecha ? 
—¡ Gracias, deary ! ¡Eres tan bueno ; te quiero tan- 
to, tanto! ¡Qué felices somos ! ¿Verdad, deary ? 
——Mucho—murmuró el general, preso en la acción de 
sus sentidos—, Mucho, 
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