Full text: El libro de los antepasados (1)

ROULETABILLE Y LOS GITANOS 199 
gancia, de modales distinguidos, y que, sin ser hermosa, 
tenía en la fisonomía algo raro y seductor, difícil de defi- 
nir. En cuanto cerró la puerta empezó a hablar, delatan- 
do su origen eslavo, sin duda, por el canto de su vOZ y el 
desarrollo agradablemente infantil de la frase, por lo de- 
más perfectamente correcta... 
Los tres señores se levantaron y la señora presentó al 
director un pliego oficial, disculpándose de distraerle a 
hora tan intempestiva, pero tenía que cumplir con una 
misión urgente. 
— Pero ¿tales urgencias gasta la antropología?—pre- 
guntó el señor Mathieu, poniéndose muy en guardia. 
—Por Dios, señor director, en verdad, las tiene a ve- 
ces. Pero me encuentro un poco cohibida, se lo aseguro, 
un poco atemorizada...; prefiero exponerle todo mi pen- 
samiento, es lo mejor de seguro... y estos señores me 
perdonarán..., pero quisiera hablar a solas con usted... 
—Puede usted hablar delante de estos señores, que 
son buenos amigos míos, y para los cuales no tengo nin- 
gún secreto; permítame, señora, que se los presente: el 
juez de instrucción, señor Crousillat, y su escribano, se- 
ñor Bartholasse... 
Luego, volviéndose hacia estos señores, y designando 
a la visitante: ; 
—La señora de Meyrens. 
El director acababa de leer este nombre en el volante 
del prefecto, que servía a la vez de recomendación a la 
distinguida antropóloga.
	        
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