CAPITULO XXI
REULETABILLE Y «CAMISETA>
Br el sol se hace largo el camino de Arlés a Aix:
] escasea la sombra, sin contar la de los postes te-
legráficos. De trecho en trecho, sin embargo, algún pe-
queño manzano silvestre, una cortina de abetos, alguna
ringlera de cipreses rompen la monotonía ardiente del
paisaje.
El cabo Camiseta recibió la orden de trasladar a An-
drés y a Calixta a Aix y al mismo tiempo la de llevar
dos caballos recién comprados en Arlés y destinados a
la gendarmería de la antigua ciudad romana; pero no le
pasó por la imaginación la idea de que el viaje por fe-
rrocarril, aun dando un pequeño rodeo y con los incon-
venientes de cambio de tren, podrían aún ahorrarle no
poco trabajo y zozobra.
Tomó como compañero a su amigo Cornouilles, y al
despuntar la aurora empezaron a cabalgar bastanté mo-
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