Srs e
==
ae
90 GASTÓN LEROUX
Si Hubert no la había matado, como mató al padre,
¿dónde la dejó oculta? ¿A qué choza resguardada por la
ciénaga llevó a la pobre niña? ,Ah' Hubert conocía todos
los rincones de la Camargue; la comarca tan bella como
traidora, por momentos había servido de cómplice a
aquel miserable. Hubert había husmeado todos los tor-
bellinos tras los sauces de altos tallos y de lisos troncos,
recorrido surco por surco el terreno, por la parte del Ró-
dano sembrada de islotes. ¡Ay, pobre de míl ¿Por dónde
buscarla?
Pocas veces se vió atardecer tan bello entre Arlés y
la costa. Las aguas reflejaban la placidez del crepúsculo
que descendía sobre la tierra envolviéndola en dorados
vapores. A lo lejos, las campanas de Santas Marías des-
parramaban su tañido por la campiña aquietada tras la
gran fiesta. Más cerca, los hortelanos en rápido vuelo
huían lanzando alegres trinos... Juan, de pie en el carrua-
je parado en una encrucijada, se planteaba una vez más
el problema de su alma tendiendo al horizonte desespera-
desplomó echándose a llorar...
Luego Juan se avergonzó de su debilidad. Con lágri-
mas no iba a hallar o a vengar a Odette, y lanzó a toda
velocidad el auto camino de Santas Marías.
Pronto surgió la antigua basílica de la laguna, irguien-
do sus ennegrecidos torreones al borde del mar, recor-
tando en el horizonte sus almenas y su camino de ron-
da cual una fortaleza; su ábside es una verdadera torre-