Full text: El idilio inacabado

-Y son éstos — añadió el músico, dirigiendo 
un terrible puñetazo a las narices del poeta. Mas 
como éste esperaba la agresión, no le fué difícil 
esquivar el golpe. 
—Alto, amigo; se lo suplico - dijo el versifi- 
cador. 
—¡Es que lo que usted ha hecho conmigo 1no 
tiene nombre! 
—Una pequeña broma; mas le suplico que me 
perdone, siquiera en atención a que he concebido 
una idea que va a enriquecernos. 
—No me fío. 
Pues hará usted mal. Vamos a escribir una 
zarzuela. Tenemos material sobrado, si nos apro- 
Ñ vechamos de nuestra aventura. Será una cosa 
original. Verá usted: Un padre rico que vive en 
América... Sería mejor un tío, pero, en fin... Dos 
amigos que los dedican al prosaico Comercio y 
que sufren mil peripecias por defender su voca- 
] ción artística; unas damitas románticas (ya las 
buscaremos) que los animan e inspiran... Y todo 
esto servido con la salsa de unos cantables fusi- 
lados de donde le parezca conveniente, que eso 
es labor de usted. 
-¿Y eso es original? 
— Originalísimo. ¡Si no se habrá utilizado esta 
idea más allá de un centenar de veces! Exito se- 
guro. 
—Bueno; probemos. 
Y probaron. Como la letra era mala, pero la 
música era un poquito peor que la letra, la em- 
presa de un importante teatro lírico se apresuró 
a admitirles la zarzuela. 
El estreno fué un éxito formidable. Todas las 
orquestas de ciegos y todos los organillos suma- 
IAVAMAMANIAMAMAVAAVIVAVIMMAIMAIMAAMAAY) 
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