E bien, que tenemos en este instante muchísimo tra-
bajo... lo due sea, pero que no sospeche. Ah, y le
adviertes que no vuelva hasta que yo le avise...
que ya le escribiré. ¿Quieres, preciosa?
—Sí, rica, icómo no! Ahora mismito.
—Anda, sí; ve de prisa que van a dar las siete.
Mientras Amparo se compone, Consuelo sigue
explicando a Teresa la razón de la cita: hacer saber
en Madrid.
Í
]
|
-] a Paco el tiempo que durará la estancia de Felipe
| —Quedamos anoche en ello, ¿sabes? Le dije
Y que me aguardase en el caté, y que sl por cualquier
Causa no podía bajar le dejaría el recado a la portera.
Ahora bien, yO prefiero que sea Amparito guien le
j a le, porque siempre se explicará mejor, éno te pa-
F-rece?—Y como Amparito tarda en aviarse, la re-
quiere, —¡Amparito!
—Voy.
En este instante llaman a la puerta. Abre Tere-
A
A y aparece el teniente.
El amante v el marido. 6
A
Hosco, con el ceno fruncido y la laz dura, Paco
Ee dirige a Consuelo:
—No me digas nada, Jorque todo lo sé. Me lo
, ha contado la chica de la portera. Como tardabas
e
e as . y .
h llegar, vine a buscarte, la encontré en el camino
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