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PR
. Que unos
bo, al aire libre, debajo de unos árboles... ¡Qué
delicia!, icon lo que a ella le gusta comer en el cam-
bol... Piensa que el automóvil es un vehículo muy
cómodo y que el viento que danza por las venta-
nillas con el impulso de la velocidad, aunque le al.
orote los belos y alguna vez le haga cerrar los
Ojos, es un encanto de frescura en el agobio de la
tarde de mayo. —¡Qué bien se va én automóvill—se
Ice ensimismada.
Y no le dueda tiempo para decir ya más, porque
el coche ha llegado ante una cerca de ladrillo, corta-
a en el centro por dos recias pilastras y un arco
e medio puñto con una muestra que dice: La
quería; ha hecho un viraje y por debajo del arco
12 entrado en el ¡ardín.
Almuerzo al aire libre. 0%
2] e z A a
í El sitio no está mal. Unos. setos de aligustres
Srman un laberinto de paseos enarenados y circun-
AN pequeñas blazoletas rodeadas de soforas, bajo las
Cuales el
día que sean frondosas se estará muy bien
al al,
rigo del sol, Como ahora no son todavía más
penachos verdes que coronan la punta de
un balo delgado y larguirucho, los tres deciden bor
Ananimidad prescindir de las blazoletas y sentarse a
ee sombra de la casa, mucho más electiva, al lado
£ un organillo, solo y abandonado como el arpa de
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