- Mente he sido yO la primera en decirte que no de-
mos 1. Y hablemos de otra cosa.
—¿ Pe has molestado?
—Sí. Me he molestado. Tienes una manera de
: hablar que molesta a cualquiera. Parece que no hay
en el mundo ninguna mujer honrada más due tú.
—Bueno, chica, bueno, no te pongas así. No he
Juerido ofenderte.
—óY a qué me traes aquí? ¿Qué tenemos due
hacer en esta calle y a esta hora?
—¿Qué tenemos que hacer? E mpeñar el reloj.
Y extendiendo el brazo le muestra un edificio de
color de tierra que parece un cuartel y en cuyo
Írontis dice: Monte de Piedad.
Viaje perdido. $000
Siete pesetas. Ni una más. Por mucho que han
apelado a todos los arbitrios que la situación les ins-
piraba, desde las súplicas hasta las sonrisas, desde
98 ruegos hasta los reproches, el hombre imper-
suadible no se ha dejado conmover. vViete pesetas:
Mi una más. Con ellas en el bolso han salido las
Os otra vez a la calle, preocupadas y cariaconteci-
48, no tanto por la escasez del préstamo y lo tris-
A te del desengaño, como por la impresión que les
Produce el retorno brusco a la implacable realidad,
el, que se habían olvidado un poco, distraídas
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