Full text: Chamberí

Y antes de que la interroguen se precipita a dar 
detalles. —-Nada más irse ustedes, no habrían dado 
las once todavía, se presentó una señora de unos 
cincuenta años, alta, bien parecida, un poquito chu- 
lona, con traje negro y mantón de crespón... por 
cierto que lo llevaba muy bien y con mucho salero. 
mí me gusta mucho el mantón de crespón. Aho- 
ra precisamente, cuando no se ve uno, es cuando a 
mí me gusta más. ¡Como que en cuanto pueda me 
lo compro! Bueno, pues como iba diciendo: Entra 
en la portería y me saluda: —Buenos días. —Buenos 
ías. —¿Es usted la señora Patro? —Para servirla. 
—Pues yo venía de parte de la señorita Consuélo. 
=Ay-digo yo tan contenta, porque la verdad, me 
di mucha alegría—, ¿con que de parte de la seño- 
rita Consuelo? Y ¿qué? ¿Cómo se encuentra? 
Muy disgustada, ¿no? Claro... ¡Menuda desazón 
e dió ayer su marido!... El tío sinvergúenza... ¡Va- 
Mos, que si me pasa a mi! 
Teresita le interrumpe impaciente: 
—Bueno, señora Patro; haga el favor de abre- 
Viar, que tenemos mucha prisa. 
No es mujer la Patro que sepa resumir ni posea 
Entre sus contadas aptitudes la preciada y difícil de 
 Cconcisión, pero asactada a preguntas por las dos 
imigas compendia como puede y es a saber: Pri- 
Mero; que todas las tentativas y exploraciones he- 
Chas bara descubrir el refugio de Consuelo han 
resultado inútiles, porque la recadera, que induda- 
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