DEA
A RX
gros de toda la vecindad, la historia minuciosa de
todos y cada uno de los inquilinos, cuarto por
cuarto, familia por familia.
En el principal izquierda habitan los Roldán.
El padre, el señor Eusebio, tiene cincuenta y dos
años. Es alto, fuerte, campechano y francote. Jete
de máquinas de una de las más importantes empre-
sas periodísticas y editoriales de Madrid, gana cua-
renta y nueve duros a la semana. El hijo mayor,
Emilio, maquinista como su padre, veintiuno; €
pequeño, Eusebio, cuarenta y dos pesetas, y la hija,
Maruja, que es modista, veinticuatro; es decir, que
entre todos reunen más de mil ochocientas pesetas
al mes, que con quinientas más que les produce la
renta de un capital de veinticinco mil duros conse-
guido a fuerza de economías y depositado en el
Banco de España en buenos y seguros valores del
Estado, casi redondean la bonita suma de dos mil
quinientas pesetas mensuales. Pagan veintiséis duros
de alquiler, no tienen criada y fuera de los domin-
gos, en que se permiten el lujo de ir bien vestidos,
los hombres cumplen con un traje azul de mecáni-
co en verano y otro de pana en invierno. La señora
María, encargada del presupuesto familiar, le da
siete vueltas a un duro, como en los buenos tiem-
pos en que su marido era minervista con cinco
pesetas.
El padre es un hombre formal, abstemio y s0-
brio. Por no tener vicios, ni siguera fuma. Tampo-
— 222 —