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un refinamiento de crueldad para darse el placer de
negar lo que ella misma provoca.
La familia es un poco empadquetada. No se trata
con el resto de la vecindad más que lo estrictamen-
te necesario para no aparecer como groseros y que
no los motejen de orgullosos. Sin embargo, se los
respeta y se los quiere, al señor Fusebio por su
fama acrisolada de hombre serio y formal, a la se-
ñora María por su buen corazón, siempre dispuesto
a remediar una desdicha. Suele hacer limosnas bajo
cuerda por mediación de los porteros, sin dar nun-
ca la cara, único modo de fayorecer a los necesita-
dos y sacudirse la pordiosería. Mas por mucho que
el secreto se guarde la gente lo conoce y las bendi-
ciones llueven sobre la buena mujer.
A Maruja se la envidia. Se la envidia su juven-
tud, su lindeza, su elegancia y se le critica su orgu-
llo, En ¿eneral se la estima poco.
Principal derecha. 06 6 6
Fermín María Ortiz de Miravalles y Fernández
de Córdova, jefe superior de Administración civil,
honorario, Caballero de Isabel la Católica, Depo-
sitario pagador de la Sección de créditos fallidos del
Ministerio de Hacienda. Abogado. Notario. Pu-
blicista. Todo esto además de las señas de la casa y
debajo de un escudo gironado con sus ocho cuar-
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