mente el consuelo de su amistad y de su amor. No
le ha puesto más «que una condición inexcusable:
que este amor será honesto, due él la respetará siem-
pre como a una chica buena y nunca le propondrá
nada que sea indecoroso. El se lo ha prometido.
No obstante, algunas veces, Esperancita tiene
remordimientos. Remordimiento de que estas rela-
ciones, en apariencia tan limpias, no sean en el fon-
do más que un reprobable adulterio moral. Remor-
dimiento de que haya un. poco de exageración en
las referencias de Miguel sobre la conducta desorde-
nada de su esposa. A Esperancita le cuesta mucho
trabajo concebir que haya mujeres tan malas. Y eso
«(ue una vez en que le asaltó esta duda el fonógrafo
del bar, como si le adivinase el pensamiento, salió
cantando un fandanguillo:
Con un buen freno que apriete,
por loca que sea una jaca
la domina un buen jinete.
La mujer que sale loca
no hay freno que la sujete:
Primero pierde la boca.
Segundos y terceros. O $
El piso segundo consta de cuatro cuartos en lu-
gar de dos. En uno vive la señora Luisa, en el de
al lado una pantalonera separada de su marido, en
el otro dos viejas pensionistas, que se pasan el día
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