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—Para que te les de las mosquitas muertas.
A hoy en día no se puede una Far de nadie.
Vives tres años pared por medio de una persona
que la crees tan honrada, y cuando menos te lo
figuras te resulta un ladrón.
fol: todavía... Ibero mira tú que ellas!
—Pues ellas como él. Todos iguales.
—¡Así vivían de bien!
—¡Quién se lo iba a pensar!
-Y a, ya, mujer, [dué cosas se ven en este
mundo!
Cuando mayor era la confusión llegó el señor
Nemesio, embutido en su uniforme de guardia de
la porra.
— Vengo de la Comisaría. Ya está aclarado todo.
] /08 han detenido por comercio de estupefacientes. —
Y como la mayoría de los vecinos le mirasen con
la estupidez del que no se ha enterado, agregó lleno
de suficiencia: —Cocaína. Han encontrado más de
dos kilos y medio. Tienen para un rato de cárcel.
Y entonces fueron las protestas de la vecindad.
—Pero, ¡cómo! ¿Nada más que por eso? ¡Pues
vaya un delito! ¿Qué tiene eso de particular? ¡Po-
bre hombre! Cada uno se gana la vida como puede.
¿No lo venden en la botica? ¿Pues por qué no ha
de venderlo él?
El señor Nemesio tuvo que explicarles due en
las boticas sólo se vende con receta, bajo la respon-
sabilidad del médico y en proporción muy limitada.
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UTA ”