que el otro día me hubieses dicho que no, pero
hoy ¡qué más te da! Insistió mucho, y al conven-
cerse de que yo no cedía se marchó enfadadísimo,
A partir de aquel día apenas le volví AS Sólo
alguna que otra tarde, al salir yO del trabajo y vol
ver él del suyo, coincidíamos un instante en el pa-
sillo o en la puerta. - -¿Lo has pensado ya mejor,
6 q” . 6 pa
guapa? ¿Quieres que nos veamosí—me decía—,
Quiero que cumplas- le cont: staba yOo—como me
has pata. —|¡Pero cómo voy a cumplir $1 noO
me quieres! Tú pruéb ame primero que me quieres,
E luego ya veremos 81 ed O 81 no cumplo.
—Mujer—observó Teresita—, hasta cierto punto
tenía el chico razón. Oi verdaderamente tú no la
querías...
IN IP
o nos que re 1Mo08 nu nguno a OS do Ss. Ni yo
] , al. 4 ¡ , , »] ]
E que ría a él, ni él me eres a mi. der 1 le empu-
]
aba el deseo. A mí me delen: lía el o »rgullo,
—¿E El orgullo?
mi, el orgullo. 1] orgullo y la desilusión. Ve-
rás. Quince o veinte ds dead de todas estas
cosas, una tarde volvieron al taller las primas de
Julia y Ascensión, y hablando de cien cosas distin-
tas volvió a suscitarse el tema de aquella pobre
muchacha a quien engañó su novio. - ¿No sabéis?
—contó una de las primas—. Se ha arre alado ya
todo y se van a casar. ". —De modo que a hi postre
él se ha portado El -le pr dea ron. —¡Quiál—
respondió la prima--, le han cazado lo mismo que