TRES * LA LUCHA POR LA. VIDA
Trabajos y privaciones. 0
L ¿olpazo habría sido tremendo para cualquier
E mujer que no tuviese el temple de la Justa.
Ella, pasado el estupor del primer día, verdadero
anonadamiento que la dejó como alelada, recobró la
presencia de ánimo y se aprestó a hacer frente a la
difícil situación que se le echaba encima. Su deseo
habría sido mudarse a un piso espacioso y poner
una casa de huéspedes, para lo cual venían ni que
pintiparadas sus excelentes aplitudes de buena coci-
nera y mujer hatendosa, dispuesta y resistente; pero
aparte de que el impedimento de los hijos no era el
más apropósito para una industria de esta índole,
pensó, y pensó muy bien, que para resistir con pro-
babilidades de buen éxito hasta que el negocio se
desarrollase era necesario contar con una reserva de
disponibilidades metálicas, de que ella carecía. Los
pequenos ahorros que el matrimonio había reunido,
se consumieron en los gastos urgentes de la enfer-
medad y más aún de la convalecencia, durante la
cual no se escatimó nada, antes por el contrario, se
disbendió con verdadero lujo en el afán legítimo de