ENTRE PURGA” ) ORIO: Y: GL ORIA 99
— Aquí, en confianza, le diré a usted, amigo
mío, que mejor me va el aire libre, que las luces
de un teatro, o las de un salón... quizás por eso
me gustan tanto los deportes.
— Y, además, cae admirablemente a caballo.
— Bueno; bueno, no hemos venido a que me
piropee, sino a trabajar de firme, para que que-
demos, cuando llegue el momento, como las pro-
pias rosas y mejor que nadie. Conque ¡a ello! —
dijo Lucy poniendo al galope a su corcel.
— Usted manda; pero mantengo lo dicho;
guapísima, encantadora, hechicera... y me que-
do corto — respondió Artá, siguiendo a su corn-
pañera.
Y, con intervalos de algunos minutos, para
dejar reposar a los animales, emprendieron la
tarea de acostumbrarlos a correr juntos y al
mismo paso, a salvar los obstáculos limpiamente
y ala par, todo bajo la vigilancia de Beire, que
señalaba las faltas y apuntaba consejos, siempre
atinados, para prevenirlas.
Cuando juzgaron suficiente la tarea, dirigié-
ronse al hotel donde ya les esperaba el padre de
Lucy, allí desmontaron, entrando después en el
hall, para reponer fuerzas mediante un tente en
pie (unas cañas de manzanilla recién llegada de
la tierra de María Santísima, con sus tapas
Correspondientes) que. no vino mal a los jinetes,
a quienes el ejercicio había abierto el apetito.
>
===