104 E. GUTIÉRREZ GAMERO
Pérez, sino de los que vienen — corrigió el Mar-
qués sonriendo.
— Y ¿cuándo la boda? — interrogó Filo.
— Ya veremos. Por mi parte lo más pronto
posible, pero Lucy me ha exigido palabra de que
no dé a nadie la noticia hasta que ella me auto-
rice. Y a ti te la cuento porque entre los dos no
hay secretos.
-—— Buenas túrdigas de pellejo os van a sacar
tus nobles parientes, querido Tanis (el Marqués
se llamaba Estanislao).
— Mis nobles parientes me importan un rá-
bano Filo. Artá es un hombre que hará feliz a
mi hija y... Poderoso caballero es Don Dinero...
Ya metido en harina el matrimonio, no me será
difícil tener con mi yerno, en momento oportu-
no, una conversación financiera, mediante la
cual me ponga a flote, que buena falta me hace.
Un empréstito de tres cientas o cuatrocientas
mil pesetillas, con hipoteca de las fincas que, al
fin y al cabo han de ir a parar a él o, mejor di-
cho, a Lucy, y a vivir.
— Si no estás a flote hace mucho tiempo, tu
tienes la culpa Tanis. Ya sabes que todo cuanto
poseo es tuyo. Mil veces te lo he dicho...
— Y tú sabes también cuanto me han llega-
do al alma tus generosos ofrecimientos Filo que-
rida — habló el Marqués depositando un beso
en la redonda mejilla de la dama, a quien su