106 . GUT IÉRREZ GAMERO
deseaba y entonces ¿qué hacer?... Pues decirle
la verdad sin embages, sin subterfugios como se
lo dijo a su padre, confesando abiertamente su
sentir. Eso era lo leal, lo propio de su carácter
y así lo haría..
Franca y de todo punto expansiva fué Lucy
cuando respondió a su padre; pero no así él al
decirla que no tenía prisa por que se casase,
pues deseaba todo lo contrario. Viudo y sin una
persona a quien Lucy respetase, era para Beire
constante preocupación la guarda de la joven
y así corríale prisa encontrarla acomodo y tras-
pasar a un marido la tarea que el cuidado y tu-
tela de la joven suponía. Claro que Lucy, hon-
rada y formal, no dió nunca que hablar en punto
a amoríos ni devaneos; flirteaba, sí, con cuan-
tos muchachos la rodeaban siempre; con ellos
y sus hermanas cultivaba los más variados de-
portes, con arrojo varonil, sin que hubiera me-
dio de que permaneciese quieta y tranquila vein-
ticuatro horas seguidas. Esa perenne inquietud
de la muchacha; su desenvoltura; su aplomo; la
apetencia con que aceptaba cualquier propuesta
de excursión, partida de caza, match, en suma;
de todo lo que fuera ejercicio y consumo de ener-
gías, diéronle cierta fama de extravagante, que
disculpaba la educación recibida, allá en Ingla-
terra y en los Estados Unidos, donde las jóve-
nes gozan de omnímoda libertad de la que dis-