130 E. GUTIÉRREZ GAMERO
de la contraria suerte, que no las ha puesto en
trance de aplicar el caudal amoroso que tienen
en grado de potencia, y de tal crisis se suele
aprovechar el varón que se encuentra más a ma-
no, sobre todo si, dotado de cierta experiencia
y de algunas dotes de psicólogo, sabe ponerse en
la claridad para que le vea la interesada y apro-
vechar en su beneficio esa situación de desequi-
librio que ella, a la sazón, padece.
Y Álvaro, con sabia estrategia, fué gradual-
mente cerrando el cerco puesto a la hasta en-
tonces no rendida virtud de Claudia, adorme-
ciendo sus escrúpulos, venciendo sus resisten-
cias, presentándose ante ella tal cual era, joven,
de magnífica figura, distinguido, atildado, ele-
gante, pulcro, culto, de atractiva conversación
y rebosante simpatía personal.
De tal modo fué envolviéndola en la red de
su catéquesis amorosa que, sin poner en ello
resuelta y premeditada voluntad, encontróse un
día con que lo irremediable había ocurrido y,
ciegamente prendada de su amante, se dejó lle-
var de los hechos, que coincidían con su gusto,
entrando por la senda de la que él suprimió las
espinas, a fin de que una llamada brusca a la
realidad no despertase su dormida conciencia. :
El mayor sigilo envolvía estos amores, de
los que Álvaro proscribió, con todo rigor, la par-
te epistolar, tan peligrosa, y la mediación de