134 E. GUTIÉRREZ GAMERO
halagos y de juguetes, y cuando — ya mujer —
volvió a su hogar, hubo de seguir concediéndola
el mismo afecto, muy parecido en sus manifes-
taciones externas al que le dedicaría un herma-
no mayor, si lo hubiera tenido, pero viendo en
ella la pequeña que, a sus ojos, continuaba sien-
do, sin parecer darse cuenta de que ésta había
cedido el paso a una mujer, hecha y derecha,
que ya no gustaba de que se la tratase en tono
de criatura a quien se mima y a la que se aguan-
tan y disculpan sus impertinencias y sus trave-
suras. Tal, a juicio de Claudia, era hasta aquel
momento la actitud de uno y de otro, y nunca
pudo vislumbrar que su hija sintiera más inte-
rés por Álvaro que el que se experimenta por
un buen amigo que hace con nosotros vida immuy
en común.
Las trifulcas que frecuentemente se arma-
ban entre Susi y Álvaro eran, casi siempre, por-
que éste no tomaba en serio lo que ella decía,
y a sus afirmaciones rotundas o a sus juicios a
rajatabla oponía con flema británica una para-
doja o una comparación extremada, que las des-
virtuaba reduciéndolas a su verdadero valor,
por donde la muchacha ponía el grito en el cielo
y se enfadaba, no volviendo a dirigirle la palá-
bra hasta que se le pasaba la rabieta, en cuanto
Álvaro le daba una broma con ánimo de con-
tentarla.