146 E, GUTIÉRREZ GAMERO
— Á poco de caer malo, hablé un día con
don Pedro de la conveniencia que había, para
la casa y para mi desastrada salud, en que fuera
yo apartándome de algunos quehaceres que no
iba a poder atender, en lo sucesivo, con la asi-
duidad y el desahogo con que antes lo hiciera.
Pedro, tras algunos remilgos que tenían por mó-
vil el animarme respecto de mi enfermedad, con-
cluyó al fin y al cabo por darme la razón, juntos
acordamos el plan que había de seguirse, y lo
pusimos en práctica inmediatamente. Su resul-
tado, como era de esperar, fué del todo satis-
factorio, y tengo el placer de anunciarte que me
sucedes en los consejos de Administración de
la Naviera Ibero-Americana, de la Eléctrica
Nacional, de las Minas del Atlas, y de las In-
dustrias reunidas...
— ¡Pero, don Juan!...
— No me interrumpas. Y, en lugar de Pe-
dro, vas a los Consejos del ferrocarril Gran Cen-
tral y de la Sociedad de Seguros generales ¿qué
te parece?
— Que no sé cómo expresarles mi gratitud
a usted y a don Pedro — respondió Alvaro
— Pues no expresándola de ningún modo,
ya que lo hecho obedece, en primer término, al
interés de la casa, que es lo que más importa a
todos, dado que sabemos lo que eres y lo que
vales, y estamos seguros de que lo defenderás,