158 E, GUTIÉRREZ GAMERO
misteriosamente, sin duda para elevar sus pre-
ces en común. Tras un lapso bastante largo (so-
bre todo para los que esperan abajo sus sapien-
tísimos fallos), aparecen de nuevo los hierofan-
tes y, se da a conocer entonces urbi et orbr, el
maduro fruto de sus desvelos, traducido en ci-
fras que son el resumen de lo que allí se ha he-
cho durante la tarde, favorable para unos, adver-
so para otros y nunca aceptado por todos como
espejo fiel de la verdad, que así se demuestra
siempre la descontentadiza condición humana.
Desde la misma Bolsa comunicó Álvaro por
teléfono a su colega don Juan de Dios la forma
en que se habían cumplido sus instrucciones y,
después, en un taxi se fué a la oficina, donde su
presencia era, seguramente imprescindible, dado
que Benisa, retenido por perentorias ocupacio-
nes aquella tarde, le anunció que sólo a última
hora aportaría por allá.
Pero el optimismo de que estaba saturado
nuestro personaje, por razón de las rosadas pers-
pectivas que el porvenir le brindaba, sin contar
con los dones ya hechos efectivos en el presente
ejercía, sin duda, una acción sedante sobre su
sistema nervioso, porque es fama que, aquel
bienhadado día, el cristalito, prendido a su ojo
derecho, permaneció fijo e inalterable, para jú-
bilo de todos los empleados de Merluzaga, Be-
sugoitia y Perceberría.
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